La Catrina mexicana es uno de los símbolos más reconocidos del Día de Muertos. Creada por el grabador José Guadalupe Posada y bautizada por Diego Rivera, representa una calavera elegante que satiriza a la élite porfiriana y recuerda que, ante la muerte, todos somos iguales.
Con su sombrero de plumas y su porte distinguido, la Catrina encarna el espíritu festivo y reflexivo de la cultura mexicana: una forma de reírse de la muerte y honrar la vida. En ese sentido, existen dos célebres Catrinas: la de José Guadalupe Posada y la de Diego Rivera.
José Guadalupe Posada, grabador, ilustrador y caricaturista oriundo de Aguascalientes, se hace presente en una de sus grandes obras que tituló: “Calavera garbancera, técnica de grabado en metal”.
En este célebre trabajo que trascendió tiempos y espacios, encontramos el humor, la sátira y el cuestionamiento a la sociedad porfiriana por parte de Posada. Por entonces les llamaban garbanceras (por vender garbanzos en los mercados) a las personas de origen humilde que pretendían parecerse a los europeos al menos en la vestimenta, pero el mote –y la burla- también estaba dedicado a los ricos espontáneos y afrancesados, a los favorecidos del gobienro en turno.
El grabado de José Guadalupe Posada se dio a conocer en 1913, un poco después de su fallecimiento (2 de febrero de 1852- 20 de enero de 1913).
Fue en 1947 cuando Diego Rivera pintó el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, donde aparece la Catrina como figura central. Desde entonces se le conoció con el célebre nombre. Diego retoma, transforma y resignifica a la Calavera Garbancera de Posada y se refiere a ella como La Catrina, haciendo alusión a las mujeres elegantes de finales del siglo XIX.
Es indudable que la incorporación de la Catrina y de su creador es un homenaje al maestro Posada, a quien admiró y no dudó en llamarlo “un creador de una riqueza inagotable”.