Lila Downs, una celebración de la vida y la muerte en el Auditorio Nacional
Lila Downs, en el Auditorio Nacional. | @liladowns
La oaxaqueña Lila Downs, con su incomparable voz, se presentó en un Auditorio Nacional pletórico, llevando a su público al éxtasis musical durante 120 minutos sublimes, dedicados a la celebración de la vida y la muerte. Fue una noche al estilo Downs, con una entrega sin reservas. Fantástica.
Irrumpió Lila Downs en el escenario con Tiringue, emergiendo de la bellísima ofrenda; no podía ser de otro modo. Ella, una artista toda simbolismos, como pocas, tenía que iniciar así.
“Te amo, Lila”, giró entonces alguien, aplausos y risas, un homenaje; Lila todo te puede provocar, menos la indiferencia. Ahí estaba ella, en el escenario, como una Catrina Imposible, con su canto inundando cada rincón del Auditorio Nacional.Entonces Lila vuelve a ser engullida por la ofrenda y al concluir las últimas notas de la pieza reaparece en el escenario con nuevo vestuario.
“¡Qué bueno que están aquí para celebrar desde la Madre Tierra al árbol, a la naturaleza y, por supuesto, a los Santos y Fieles Difuntos!”, dijo la oaxaqueña más universal. Después… Mandimbo, una gran pieza musical. Después, La Campanera… Conjuro, Martiniana, entre cambios de vestuario y apariciones de más Catrinas, tuba, trombones, trompetas y saxofones, congas, bajo, batería, guitarra acústica, eléctrica y electroacústica, acordeón, teclados y un rabioso violín. Una fiesta musical, un deleita para ojos y oídos.
Entonces… aparece Urge, de Martín Urieta, que en voz de Lila encuentra una de sus mejores interpretaciones, sino que es la mejor. Cantó La cigarra, interpretó "El último trago" con Joss Favela, le siguió Viene la muerte; Zapata y el baile de los Tiliches encendieron el escenario, al público, desatando las emociones desde sus asientos.Finalmente, Cumbia del mole, Cariñito, y cerró una velada estupenda con Mezcalito, una embriagante melodía que ya es himno.
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